viernes, septiembre 17, 2010

" completamente Curado"


Mientras Juan David revuelve su café frio, habla sin parar del  libro de Oscar Wilde que terminó de leer la noche anterior.  Al mismo tiempo, mira a cada lado continuamente como si estuviera esperando el encuentro con alguien más. Prueba el café,  y con una sonrisa de medio lado deja entrever una cara pálida empapada en sudor que da a entender que la cosa no va tan bien.
En marzo de 2009 Juan David  Carmona Giraldo de 22 años fue diagnosticado con trastorno bipolar tipo dos. Según Luis Eduardo Yepes Roldán autor de Fundamentos de Medicina en Psiquiatría, la enfermedad se caracteriza por “periodos de hipomanía (energía e impulsividad)  que alternan con periodos de depresión severa. Suele aparecer entre los 15 y 25 años, y su causa exacta se desconoce.”
Antes de descubrir lo que padecía Juan David, su mamá Dora Giraldo Sepúlveda comenzó a medicar a su hijo para combatir el insomnio que le estaba afectando desde hacía varios días. Amitriptilina de 25 mg son las  tabletas que se consiguen en cualquier farmacia por tres mil ochocientos pesos y sirven como somnífero no  recetado. “Me tomaba hasta tres cuatro para poder dormir dos hora como máximo”, expresa David.
El somnífero no produjo los efectos esperados, y  “Juan David no comía, no dormía, se la pasaba cortando papel y corriendo de un lado para otro”, afirma Dora Giraldo mientras limpia el sudor de la cara, y besa  la mano de  su hijo de 22 años que canta a todo pulmón una canción de la banda estadounidense The Red Hot Chilli Peppers.
“el es mi bebé y le ha tocado muy duro en la vida, yo dejo que disfrute lo que quiera hacer y hay vamos sobrellevando las cosas los dos”
Cuando los médicos especificaron que enfermedad padecía Juan, se le recetaron dos  estabilizadores que controlan el estado de ánimo. Carbonato de Litio de 300 mg y Fluoxetina de 20 mg. Las dos tabletas cuestan cuatro mil doscientos pesos  y la EPS  las cubre.
Juan David Carmona suspendió el tratamiento para controlar la enfermedad en agosto de 2009, según él, porque ya se sentía curado.
-       Ve que hubo Juan, hace rato no nos veíamos -Dice un joven que tiene el pelo de largo hasta la cintura.
-       Llegaste vos y se me dañó la noche -Contesta Juan  con tono desafiante y la cara empapada en sudor al joven que se acerca a saludarlo.
-       Como decís eso, vení dame un abrazo para que nos contentemos-expresa el joven con cierta risa nerviosa
Juan David da un paso atrás, con  cara seria, se sienta en uno de los escalones del Parque del Poblado a fumarse un cigarrillo Marlboro Rojo,  mientras alguien le pasa una cerveza que se toma de un solo sorbo. De un momento a otro la camisa a cuadros que tanto caracteriza a Juan no se vuelve a ver por el lugar.
 “el siempre hace lo mismo, intenta buscar pelea con alguien, o le tira los perros a cualquier niña, creyéndose el bravo, y después se pierde a llorar como una niña”, afirma  Alejandro Gutiérrez amigo de colegio de Juan, mientras se ríe con la persona que intentó saludar al “loco” como lo llaman algunos.
Según Carolina Bernal Arbeláez, psiquiatra de la Clínica Las Vegas,  asegura que el consumo de alcohol o cualquier droga alucinógena, hacen que  los periodos entre la depresión y la manía en las personas que sufren bipolaridad se vuelvan más constantes y duraderos. Lo que lleva al deterioro rápido de la persona.
A partir de la interrupción de los estabilizadores, se volvieron a presentar periodos de insomnio, pérdida del apetito, junto con  días y noches en las que no deja de hablar y gritar. “es más bacano así, porque me siento el mejor de todos, superior a todos, y pues es verdad, yo soy de lo mejorcito de por acá”, enfatiza Juan David mientras intenta quitar el sudor de su cara con el hombro cubierto por una de sus camisas a cuadros.
La  “mamá dorita” como la apodó Juan, no insiste en que su hijo continúe con el tratamiento. Para ella lo importante es que sigan viviendo juntos en la misma casa, tengan buena relación, y debes en cuando ella le da algo  para que pueda dormir o se tranquilice en los periodos de manía o depresión.
De acuerdo con las estadísticas de la Asociación Colombiana de Bipolares con sede en Medellín, en Colombia existen un millón ochocientas mil personas que padecen algún tipo de trastorno bipolar. De esa cifra solamente el 16% se trata para controlar la enfermedad. El 84% restante se cree curado después de un tiempo como Juan David, o decide desde un comienzo no medicarse.

 Juan no vuelve a probar el café. En un descanso de la conversación  sobre Oscar Wilde prende un cigarrillo. Un mesero se acerca y le indica que no puede fumar dentro del lugar. Juan lo mira e inmediatamente con la mano temblorosa apaga el cigarrillo. Se limpia el sudor de la cara con una servilleta y sale del local a paso acelerado.
Juan David Carmona de 22 años vive con “mamá Dorita”, no estudia, no trabaja y hace siete meses ignora su trastorno bipolar. Su especialidad es leer libros que “me trasportan a un mundo completamente censurado para muchos pero ideal para mí”, concluye.

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