domingo, septiembre 05, 2010

Mañana Seguro el Millón

Jonathan Rúa Quinto mira el reloj que tiene en su mano derecha, al tiempo que se sienta en una acera de la Avenida la 80 a contar cuanta mercancía le quedó, y cuáles fueron sus ganancias del día. Toma un billete de dos mil pesos y se echa la bendición. Se para de la silla improvisada y continua su camino de vendedor. Intenta ofrecer su producto a quienes se encuentran afuera de los locales en donde de jueves a domingo, se escucha como único género el vallenato, pero es ignorado o con un gesto descartado.

Jonathan Rúa Quinto tiene 22 años, es de contextura corporal delgada, ojos color miel, y pelo con constante gomina. Trabaja desde los 20 años a pie por todo Medellín vendiendo desde velas en diciembre, hasta bolsas para la basura, o el paquete de pequeños palos de incienso que vale lo que el comprador quiera dar.


Juliana Andrea como bautizaron Rubiela y Jonathan a su hija, tiene dos años, y es de tez oscura como su mamá. Se la pasa la mayor parte del tiempo donde Patricia su abuela, ya que la mamá trabaja día de en un edifico por el barrio Calasanz haciendo el aseo, y su papá labora todos los días tratando de vender las varitas de incienso.

A las doce y cuarenta y cinco de la tarde, a plena luz del sol, Jonathan se sienta en una de las bancas del parque de las luces, y saca de su mochila gris gastada la coca donde Rubiela le empacó el almuerzo. Saca la botella con agua que la tiene en menos de la mitad, y un pequeño tenedor plateado que está cubierto por una servilleta.
Come afanado, y vuelve a empacar todo en su mochila gris. Saca unas monedas del bolsillo, y llama de un celular a Patricia para ver cómo está Juliana Andrea. Paga los quinientos pesos y sigue su camino hacia la Avenida 33.

A las nueve de la noche Jonathan vuelve a cruzar la iglesia de La América, y comienza los veinte minutos de caminata hasta las 100 escaleras que lo dejan en la puerta de su casa.
Jonathan Rúa Quinto comienza a subir las escaleras, bajo los faroles que alumbran con luz amarilla. “hoy fueron cuatro mil, mañana si seguro va a ser el millón” concluye con una carcajada.

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